El envejecimiento activo y la redefinición de la vejez en mi experiencia personal, son fundamentales para lograr una vida plena y satisfactoria.

Estoy envejeciendo, mis canas y mis arrugas no me dejan mentir. Estoy en la etapa del adulto mayor, pues tengo 61 años, me siento realizada en muchas áreas, y con deseos de seguir aprendiendo y creciendo (ya no de estatura, pues a mi edad ya empecé a encogerme!) profesional, emocional y espiritualmente.

He viajado con mochila al hombro, “echando dedo”, aventurando; he experimentado lo que es ser inmigrante; entiendo y hablo 3 idiomas, y planeo seguir aprendiendo más idiomas hasta el día que la muerte llegue a mi puerta; crie a 3 maravillosos hijos; inicié varios emprendimientos, fallé, me caí y me levanté varias veces; hoy tengo mi empresa y me siento satisfecha y agradecida con la vida, con el Universo, con la gente que me rodea y conmigo misma.

En el presente sigo viajando, pero con más calma, saboreando cada momento, gozando de las nuevas culturas y los nuevos amigos. Ya no me preocupo por lo que la gente dice o piensa de mí (este miedo me paralizo en otras etapas de mi vida). Estudiar en la Universidad de nuevo, es un gran reto, que vale la pena, pues sigo descubriendo ideas nuevas, mundos inesperados. 

Considero que la vejez no debería ser vista como una etapa de decrepitud y enfermedad, sino como una oportunidad para continuar creciendo y aprendiendo. Con el cambio en la expectativa de vida, es necesario revisar las edades propuestas por Erikson para cada etapa, sobre todo cuando nos referimos a la vejez. La OMS establece los 60 años como el comienzo de la tercera edad, pero en una encuesta a 490 personas mayores de 65, un 80% piensa que la edad para empezar a hablar de vejez, debe ser los 70 años.

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«La importancia del envejecimiento activo y la redefinición de la vejez en la jubilación»

En cuanto a la jubilación, considero que es importante fomentar el envejecimiento activo y la redefinición de la vejez como una etapa de nuevas oportunidades. En mis años trabajando en ancianatos, encontré muchas personas que esperaban con ansias el día de la jubilación, para deprimirse cuando llegaron allá, pues ahora se sentían que ya no servían para nada, y su vida perdía sentido.

Si consideramos que la depresión afecta a un gran número de personas mayores – 12,3% son mayores de 65 años -, sería bueno preguntarse, qué relación hay entre la depresión y la jubilación. En lugar de enfocarnos en la edad de la jubilación, debemos enfocarnos en cómo fomentar la redefinición de la vejez y el envejecimiento activo, para que las personas mayores puedan seguir sintiéndose útiles y productivas.

En definitiva, la vida es bella en cualquier etapa y debemos disfrutarla al máximo. No le temo a la muerte, pues siento que he vivido una vida plena y que todavía tengo mucho por dar. Espero seguir viajando, aprendiendo y disfrutando de cada día que me queda en este mundo.

La edad no debería limitarnos, sino motivarnos a seguir creciendo y descubriendo nuevas facetas de la vida. Debemos enfocarnos en una vida plena y activa, en la que la educación, el trabajo, la salud y la conexión social sean aspectos fundamentales. Y aunque la jubilación pueda ser una transición difícil para algunas personas, debemos recordar que siempre hay nuevas oportunidades y retos por delante. Al fin y al cabo, la vida es un regalo precioso que debemos aprovechar al máximo, sin importar cuántos años tengamos.