¿Me preguntas cuántos años tengo?… ¿Quieres saber mi edad?… No entiendo porque te interesa; es bien sabido que a una mujer no se le hace esa pregunta, además recuerda que la edad es solo un número que no tiene ninguna importancia ya que lo importante es tu actitud frente al vida.
¡Qué buena respuesta!, ¿verdad? Creo que después de cumplir cierto número de años, tú también has dicho cosas así cuando de decir tu edad se trata, porque es lo oímos con frecuencia y al fin y al cabo, a quién le importa tu edad, solo a ti.
¿Crees que en verdad la edad es solo un número?
Con frecuencia me cuestiono sobre este asunto, tal vez me estoy haciendo vieja, no sé, y he llegado a la conclusión (es mi conclusión, por supuesto), de que la edad es un número, pero no cualquier número; es un número que no podemos ni debemos ignorar porque es el número que nos recuerda cuánto tiempo llevamos en esta gran aventura llamada vida, el que nos recuerda que no somos eternos, que el tiempo pasa y se lleva consigo parte de nosotras, parte de nuestra vitalidad.
Hoy, a las puertas de mis 65 años, joven aún, bailo, salto, hago todo lo que me gusta, pero mi cuerpo ya no aguanta como en antaño; ahora, la “cuenta de cobro” no se hace esperar, un dolorcito aquí, otro allá, mis articulaciones suenan , aunque como dice mi amiga, “no es que estemos oxidadas, sino crocanticas”.
No todo tiempo pasado es mejor
Y es en esos momentos, en los que añoro aquellos tiempos, no porque todo tiempo pasado sea mejor, como afirman por ahí, pues estoy segura que cada época de nuestra vida tiene su magia, sino porque recuerdo que como dice la canción: “yo también tuve 20 años y un corazón vagabundo”; bueno, lo del corazón vagabundo me lo quedé debiendo, al igual que muchas otras cosas, y que en esos años en que era invencible y poderosa, no me di permiso de priorizarme y pospuse metas importantes de mi vida porque creía que tenía todo el tiempo del mundo y que este era infinito; nos suele pasar cuando estamos jóvenes, o no.
Comprendiendo que la edad no es solo un número
Hoy entiendo aún más que la edad es ese número que nos recuerda que nuestra permanencia en esta experiencia física, tiene fecha de caducidad y que es hora de dejar de posponer, que es hora de empezar a reír y llorar más, amar más, de quitarle la z a juzgar y dedicarnos a jugar, darnos permiso de equivocarnos y aprender, de aventurarnos a cumplir nuestros sueños, a vivir plenamente y ser felices, pues el viaje es corto.
Al final y al pensar en los años que me quedan y todo aquello que anhelo hacer, descubrí que mi temor más grande es pensar en si los números que me quedan por contar serán suficientes; así que, como diría mi abuelita:
“menos bla bla bla y manos a la obra”.
¡Suelta lo que te limita!
Martha C. Arenas
Me encanta compartir con otros este sentimiento de plenitud y paz, por eso te acompañaré y haré parte de tu proceso de transformación. Hace 25 años comencé mi proceso de crecimiento personal y hace 5 años trabajo con EFT Tapping.
Coach de Vida de Pazencaos