SI NECESITAS UNA MANO, YO TENGO DOS

¡Qué bonito! Pero cuántas veces le permitimos a otros ofrecernos esa mano amiga, esa mano deseosa de ayudar?. Y es que pedir ayuda es tan difícil. Te sudan las manos, te da vergüenza, cambias de color y por último, se te olvida lo que ibas a decir.

Hemos oído una y otra vez acerca de lo maravilloso del dar, y, que vinimos a dar, y que la verdadera felicidad está en dar, pero te pregunto: ¿Para que puedas sentir la alegría de dar, no se necesita de una persona que reciba?.  Claro que sí, el dar y el recibir son parte de la misma ecuación. Cuando tú pides ayuda le estás permitiendo a otro servirte, le estás permitiendo sentir la satisfacción de ser útil, igual que te sientes cuando ayudas a los demás. Entonces, insisto ¿Por qué es tan fácil ayudar a otros, pero tan difícil pedir que me ayuden?

Nos han enseñado desde pequeños que pedir ayuda es de débiles.  Cuando el niño comienza a caminar y se cae, que es lo primero que le decimos. ¡No seas flojo, levántate solo! Y no es hacerlo dependiente, claro que no, es solo enseñarle que si no puede y necesita pedir ayuda, está bien. Pero que también está bien que tú con mucho amor, le puedas decir que no. Que tal si en lugar de decirle que no sea flojo, le dices: intenta levantarte, si no puedes hacerlo te ayudaré.

O cuando tus hijos se acercan para pedirte ayuda con sus deberes escolares, tú estás tan cansada que les pegas un grito, haciéndoles creer que es su solicitud lo que te irrita y no tu cansancio. En cambio, puedes explicarles como te sientes, les pides que te permitan descansar un momento y ya podrás ayudarlos. Recuerda que estás programando su vida futura, tal como lo hicieron contigo.

PEDIR AYUDA ES DE VALIENTES, porque es reconocer y hacernos cargo de nuestras limitaciones. Y es algo que podemos aprender. Quiero compartir contigo algunas sugerencias. Pide ayuda. Si no expresas que lo que necesitas, como van a hacer los demás para saberlo. Ellos no son adivinos. Así que hazles saber que requieres ayuda. Sé clara.

1. Algunas veces tendrás que oír un no por respuesta. Está bien, inténtalo de nuevo. Ahí afuera hay alguien que está dispuesto a ayudarte.

2. Empieza a enseñarles a tus hijos que pedir ayuda está bien. Y también que a veces tú no los podrás ayudar, pero que alguien más lo hará.

3. Recuerda siempre, que para que alguien tenga la satisfacción de dar, debe haber alguien dispuesto a recibir.

4. Disminuye el estrés que te causa pedir favores, para lo que te dejo una rutina de tapping. Hazla y adelante, tú no tienes por qué hacerlo todo sola, ábrete a recibir ayuda.